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Orgullo del Magis: la estudiante Maia Estevez fue premiada en el Concurso Literario “De Ana Frank a nuestros días”

Fue reconocida por el Centro Ana Frank Argentina en el 17° Concurso Literario “De Ana Frank a nuestros días”, por su poema “Tres tiempos, una herida”, una obra que enlaza memoria, compromiso y sensibilidad desde la mirada de las nuevas generaciones.

imagen Orgullo del Magis: la estudiante Maia Estevez fue premiada en el Concurso Literario "De Ana Frank a nuestros días"

La estudiante de la Escuela del Magisterio, Maia Estevez, de 5° año de Humanidades 1, fue una de las ganadoras del 17° Concurso Literario “De Ana Frank a nuestros días”, organizado por el Centro Ana Frank Argentina.

El acto de premiación se realizó el 19 de septiembre en el Salón Dorado de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, y Maia participó también del seminario en el Centro Ana Frank, junto a jóvenes y docentes de todo el país.

Su compromiso, sensibilidad y pasión por la escritura son motivo de enorme orgullo para toda la comunidad del Magisterio.

Agradecemos especialmente a la Cooperadora Escolar, cuyo apoyo hizo posible que Maia pudiera vivir esta experiencia tan significativa.

Compartimos a continuación el poema ganador de Maia, que expresa con fuerza y ternura la mirada de una joven comprometida con la memoria y la palabra.

17° Concurso Literario

Categoría 2
Título del texto: “Tres tiempos, una herida”

I

En sótanos de horror, la luna escapa,

la noche cae en trenes de tormenta.

El mundo mira, calla, no se enfrenta,

y el grito muere envuelto en una capa.


Ana, en su encierro, al tiempo lo atrapa,

con letra que ilumina y representa.

Su diario vive, late, no se ausenta:

resiste el odio, sangra, pero escapa.


Se alzó la flor en medio del abismo,

un gesto tierno contra la metralla.

Y su memoria sigue siendo prisma:


recuerdo que en la sombra no se calla,

testigo de lo humano y su heroísmo,

semilla que el silencio no avasalla.

II

Aquí también la noche fue mandato,

pañuelos blancos tiemblan en la Plaza.

La patria se encogía en cada traza

de cuerpos que se fueron sin retrato.


Las voces se silenciaban de un zapato,

de un nombre escrito al borde de una casa.

Un pueblo dividido por la caza

de toda libertad hecha desacato.


Pero hubo madres, hubo resistencia,

hubo verdad naciendo de la herida.

Hubo memoria haciendo su presencia.


No fue en vano la sangre ni la vida,

porque el amor venció la indiferencia

y en cada nombre vive la partida.


III

Y hoy que el reloj del mundo sigue en marcha,

la herida abierta busca quien la entienda.

Hay odio que se disfraza y se extienda

en cada gesto cruel que nos descarcha.


El color, el amor, la fe, la marcha,

se vuelven blanco de quien no comprenda

que todos somos voz, y que se ofenda

el que pretenda ser quien todo enmarca.


Sigamos el sendero de los justos,

alzando luz, sembrando la ternura,

derribando los muros más robustos.


Que el tiempo no nos gane con su altura,

que el nunca más no sea solo un busto:

que viva en cada acto de ternura.

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