El profesor Andrés Abraham dedicó unas palabras alusivas a la comunidad de la Escuela del Magisterio por el 12 de octubre.
Navegar hacia occidente para llegar a la India fue la genial idea que tuvo Cristóbal Colón, luego de haber obtenido información de unos marinos portugueses acerca de algunas nuevas teorías difundidas por varios científicos, que sostenían que la tierra era redonda.Colón era un navegante experto que trato de interesar primero al Rey de Portugal, pero sin éxito, ya que los portugueses habían comenzado a explorar unos años antes la costa africana. Ocho años después, lo volvió a intentar y consiguió apoyo de los Reyes Católicos.
El 12 de Octubre de 1492, bajo la mirada estupefacta de hombres y mujeres casi desnudos, barcos con la bandera española llegaban a un continente desconocido. Colón y sus hombres tomaron posesión formal de lo que se bautizó como San Salvador, en nombre de la corona de Castilla.
Este acontecimiento cambió la concepción que se tenía del planeta y provocó algo que ni siquiera el mismo Colón había imaginado: el encuentro de dos mundos.
Antes de su arribo ningún blanco había visto un nativo americano, ni viceversa, si es que se rechaza la tesis de que pudieran haber venido antes a América otros pueblos, como los fenicios o los vikingos.
En todo caso, la particularidad de este encuentro fue el descubrimiento mutuo y la amplia difusión de la novedad. Asimismo, se trató de un encuentro que transformó radicalmente la vida de múltiples culturas, representadas por los españoles y por una gran variedad de pueblos que ocupaban el continente desde tiempos inmemoriales.
A partir de ese momento América fue un buen negocio para las potencias ultramarinas europeas. La conquista se hizo masacrando a buena parte de los pueblos nativos. Uno de los tópicos que evocamos en esta fecha es la memoria de los primeros habitantes de este continente, que vieron avasallados sus derechos.
Bartolomé de las Casas, un fraile dominico que vivió en el México colonial batalló desde la pluma, el púlpito y el estrado contra las brutales penalidades a que eran sometidos los aborígenes de América. Dijo: ...en el descubrimiento se hicieron grandes barbaridades con los indios, los europeos traían consigo, como en las plagas bíblicas, varias enfermedades... Los indios morían como moscas; sus organismos no oponían defensas ante las pestes nuevas. (...) A América la fueron a robar y a matar, aunque decían que iban a poblar. (...) Su acción llevó al colmo toda iniquidad, toda injusticia, toda violencia y tiranía...
Con la perspectiva que nos brinda el tiempo, resulta interesante reconocer los distintos sentidos que se dieron a la efeméride del 12 de octubre en la historia de nuestro país. En su origen, fue un día no laborable que celebraba la hermandad con el pueblo español y ponía en valor su legado cultural. Por ejemplo en la Mendoza de los años veinte, la colectividad española organizaba grandes festejos (banquetes y las llamadas “verbenas” españolas). Algo similar hacían los italianos (la otra colectividad extranjera mayoritaria) en su feriado provincial, el 20 de septiembre. Eran días de fiesta y encuentro, como pueden ser hoy el 25 de mayo o el 9 de julio para los argentinos que viven en el extranjero.
Por entonces, de la mano de las ideas nacionalistas, la fecha se convirtió también en un guiño a la unidad hispanoamericana frente al naciente imperialismo estadounidense.
Pero la denominación de “Día de la Raza” dio lugar a equívocos. En el marco de las ideas de época se entendía que la humanidad podía dividirse en “razas”, algunas inferiores y otras superiores. En tal sentido, durante muchos años se conmemoró el “descubrimiento” que había hecho la raza española (superior) de los territorios americanos y su conquista, que había venido a traer “cultura” a quienes no la tenían.
Esa perspectiva cambió con los años y fue dejada finalmente de lado. Desde 2010, Argentina conmemora en este día “el respeto a la diversidad cultural”, planteando que el arribo de Colón fue, en realidad, el encuentro de culturas distintas. Este giro nos ha llevado a reflexionar sobre la interculturalidad como un factor constitutivo de la identidad latinoamericana y nos invita a pensar acerca de la vigencia de los Derechos Humanos en nuestras sociedades.
También a nivel de cada uno de nosotros, nos interpela a pensar la escuela, el aula y nuestros círculos sociales como espacios de encuentros de universos diversos, donde todos tenemos algo para aportar.
Sabemos que la historia latinoamericana se construyó sobre las cicatrices de este “trauma” de la conquista, que dio lugar a contradicciones, muchas de las cuales todavía no han sido resueltas. Corresponde, entonces, preguntarnos hoy ¿cuál es el camino que debe seguir el continente americano para integrarse en el mundo sin necesidad de renegar de sí mismo y de su diversidad? ¿Cómo promover el desarrollo sin afectar el medio ambiente ni poner en peligro la paz y la concordia social?. No miremos al pasado sólo en búsqueda de la verdad histórica, también seamos críticos con el presente y proyectemos con toda esperanza el futuro. Un futuro donde las diferencias nos hagan mejores como comunidad y el respeto sea lo que nos mantiene unidos.
Que el recuerdo de aquel encuentro entre españoles y nativos nos permita pararnos hoy desde el paradigma del respeto por el otro, que es distinto, pero que nos enriquece con las diferencias.